Este tiempo del COVID-19 es sin duda alguna un momento histórico para todos. Sean cual fueran tus circunstancias en estos últimos meses, ha sido un tiempo singular que todos vamos a recordar y que nos va a dejar huella para siempre.
Para nosotros ha sido un tiempo muy particular porque hemos vivido el confinamiento con mis cuñados y sus dos niños pequeños. La vida nos trajo un giro interesante al ser de repente 6 personas en nuestra casa. Esto supuso muchos ajustes, cambios y nuevas costumbres que nos obligaron a salir de nuestra zona de confort y aceptar lo que nos iba a pasar durante casi 3 meses de confinamiento.
Me gustaría compartir mis reflexiones porque creo que es un buen momento para aprender y crecer. Los momentos que nos empujan e inspiran para cambiar y aprender son precisamente estos, porque nos vimos limitados en nuestra:
- libertad
- confort
- entretenimiento
- control
Creo que son cosas importantes para todos y la pandemia nos privó de aquello que nos permite vivir con libertad de elección, cierto confort, tener el control y disfrutar del ocio que nos divierte. Nos vimos obligados a prescindir de todo eso y reenfocar nuestras vidas de nuevo. Todos. Reinventarse, reciclar lo que tenemos en casa, buscar otras maneras para hacer las cosas… en definitiva ser más creativos.
Confieso que para mi ha sido un tiempo terapéutico. Llevaba ya semanas deseando parar y desconectar y… se me presentó esta oportunidad. Y lo que me ayudó aún más con aquello fueron mis sobrinos. Me asombra la naturalidad con la que viven los niños el presente. Y es lo que me enseñaron Alicia y Marcos. ¿Qué importa lo que pasó ayer o lo que pasará mañana? Estamos aquí y ahora jugando e inventando un mundo para pasarlo bien.
Y todo eso me hizo volver a pensar en profundidad sobre nuestra felicidad. Me di cuenta de que en un tiempo tan complicado, lo que nos ayuda a seguir adelante son nuestros valores y virtudes: paciencia, fortaleza, optimismo, humildad, amor… todo apunta en esa dirección. Seguir con fuerza con esperanza y paciencia. Tanto con nosotros mismos como con los demás, porque no ha sido fácil para nadie.
Te confieso cuál fue para mi la lección más importante. Me di cuenta de que me falta muchísimo para aprender a amar. Y no solamente al amor en mi relación de pareja, sino con todos, conmigo misma incluso. Es fácil querer lo mejor para el otro cuando todo va bien y te sientes cómodo y contento. Pero cuando las cosas se tuercen y aparecen dificultades esa es la prueba verdadera de cómo amamos.
El amor no es solamente un sentimiento, sino sobre todo el hacer el bien a los demás. ¿Y qué podría ser en concreto, sobre todo en tiempos difíciles? Entre muchas cosas te apunto unas cuantas que podríamos hacer ahora:
- Afirmar verbalmente: alentar con palabras que animan y afirman tu amor.
- Decidir por el bien común: tomar resoluciones validas para todos.
- Educar: si amar es querer el bien del otro, educar es amar.
- Acompañar con lo mejor que tengas: tu tiempo, tus bienes, presencia, escucha, mirada, caricias, etc.
- Salir de tu zona de confort: esforzarte para ayudar, estar, o simplemente acompañar aunque sea en silencio.
- Saber mirar: sacar lo mejor de los demás. Admirar, mirar por encima de la apariencia.
¿Te das cuenta que todas esas acciones están vinculadas al bien común? ¿A el bien del que podemos disfrutar en reciprocidad, conjuntamente? Los filósofos y especialistas hablan de los diversos bienes que existen en la vida. Hay bienes útiles (el coche, internet, una casa) que nos sirven por su utilidad. También hay bienes agradables (un refresco, buena comida, la ropa que me ayuda a sentirme más guapa) pero ambos satisfacen hasta cierto punto, tienen fecha de caducidad. El bien que realmente no caduca ni escasea es el bien recíproco: las risas con amigos, caricias, abrazos, buena compañía… son la felicidad.
Cuando escribo esta reflexión estamos avanzando entre las fases que nos permiten poco a poco volver a la normalidad. Creo que a pesar de la gravedad de los casos y la cantidad de gente que realmente se enfrentó con la enfermedad o la pérdida de gente cercana, saldremos con una visión de vida diferente. El mero hecho de tener que acoplarnos a las nuevas reglas, los horarios de paseo, los limites en agrupación de gente, el mantener la distancia entre las personas… nos obligan a cambiar nuestras costumbres y comportamientos y a muchos a reinventarse en sus trabajos.
Creo que debido a estas nuevas reglas nos veremos expuestos a una nueva forma de vivir pero también a reflexiones más profundas: ¿cuáles son mis valores? ¿qué es lo que más me importa en la vida?. A mi desde luego es lo que me pasó: mis dos lecciones más valiosas son vivir mejor el presente y aprender a amar mejor. Con estas lecciones aprendidas me siento renovada y capaz de disfrutar de lo que realmente significa y brinda la felicidad.
¿Y tú, qué aprendiste durante el tiempo de confinamiento? Comparte tus reflexiones para inspirar a más gente a vivir mejor su felicidad.
2 comentarios
Que interesante!!!
Algunos no hemos tenido la capacidad de reflexionar sobre el confinamiento tan profundamente… tendremos que darle una vuelta a porqué no lo hemos hecho para saber que hemos sacado en claro de él.
Sí! Y nunca es tarde para hacerlo..:-)