Estaba tomando un cafe con mi amiga y le veía estresada y preocupada. Quería quedar conmigo para contarme algo que le molestaba ya hace tiempo y no sabía qué hacer.
«Es que llevo ya tiempo viendo a este chico y creo que me gusta, pero no tengo claro si él siente lo mismo. Estoy ya cansada de ésa incertidumbre, y como él no dice nada voy a ser yo la valiente y preguntárselo directamente»
Efectivamente, al día siguiente de vernos, le invitó a un café y se lo preguntó… La verdad es que la respuesta no fue positiva y le dolió un poco, pero lo que más me sorprendió es que sobre todo se sintió aliviada y contenta.
«¡Ahora ya sé dónde estoy y no tengo que perder más tiempo imaginándome cosas o manteniendo falsas esperanzas!«
¿Te ha sucedido alguna vez? Confieso que yo nunca me atreví a ser tan valiente como mi amiga, y ahora creo que es un error. Hoy en día, los estudios demuestran que cada vez nos gusta menos el riesgo. Queremos planear todo con antelación, tener seguridad, investigar si nos compensan las decisiones a tomar… en definitiva somos mucho más lentos en decidir y arriesgar en cualquier campo de nuestra vida.
Y está claro que ser prudente es una virtud. Hay decisiones que no se pueden tomar sobre la marcha, sin cabeza. Pero quizás, tal como le pasaba a mi amiga, en el tema del amor nos hemos vuelto demasiado miedosos. ¿Y si no le gusto? ¿Y si ni siquiera se fijó en mi? ¿Y si a lo mejor no es un buen momento para dar yo el paso? ¿Y si ya tiene pareja?
Los estudios demuestran que los fracasos y las experiencias negativas nos hacen dudar más y perder la esperanza, ya sea con un propósito profesional o personal, y la duda puede acabar con nuestros deseos y metas. También nos podemos estancar en la trampa de las creencias limitantes. ¿Y cómo puedes saber si te estás estancando en algunas creencias limitantes?
Jeremy Dean en su libro «Making habits, breaking habits» indica tres tipos de actitudes que pueden ser signo de creencias limitantes:
- Pensamiento blanco-negro: es cuando asumes el fracaso porque no tuviste los resultados esperados.
- Personalizante: cuando te culpabilizas por cualquier ocurrencia negativa.
- Catastrofizante: cuando asumes lo peor, incluso sin ninguna razón en concreto.
¿Te suena alguna de estas actitudes? Quizás realmente lo que te bloquea no sea el miedo al riesgo, sino alguno de estos tipos de creencias limitantes.
Ser valiente y atreverse a preguntar a alguien si realmente está interesado en ti, o simplemente invitarle a tomar algo y ser sinceros, es algo arriesgado. Mi amiga reconoce que le costó hacerlo pero al final acabó contenta. De hecho ahora mismo tiene una relación muy feliz, enamorados y pensando en casarse.
Puede que te parezca un paso poco importante o incluso humillante e innecesario. Pero es una decisión que te puede aclarar más las cosas, ahorrar tiempo y empujarte hacia adelante. Sin duda.
Querido amigo, te animo a que la próxima vez, cuando surja la oportunidad de conocer a alguien o simplemente de tomar una decisión que te facilite un paso hacía adelante en tu búsqueda, consideres tus motivos y a lo mejor reconozcas alguna creencia limitante. Y lo mejor, que tomes distancia ante el asunto y tomes ése riesgo de dar tú el primer paso. ¡Ánimo y hasta pronto!