¿Has pensado cuáles fueron los últimos motivos de tus decisiones? ¿Por qué has decidido comprar un coche nuevo, un teléfono, un electrodoméstico? ¿Cambiar el colegio de tu hijo? ¿Ir de vacaciones a Nueva York? ¿Cambiar de casa?
¿Era realmente por necesidad o sospechas, pero no quieres reconocerlo, que te empujaron motivos externos como que lo que hicieron tus amigos, vecinos o compañeros?
Si no estás seguro, y no encuentras motivos razonables quizás has entrado en un juego de comparación. Algo muy común en la sociedad de las redes sociales e información instantánea.
Todos tenemos el deseo de ser aprobado, valorado y reconocido. Y no hay nada raro o malo, es natural y lógico. El problema empieza cuando el deseo se convierte en una necesidad y nos empieza a manipular y empujar a desiciones equivocadas.
¿Por qué nos comparamos?
- Nos importa la imagen que proyectamos: vivimos en una sociedad volcada en las redes sociales e imágenes de éxito.
- Es más fácil copiar la vida de los demás que buscar nuestra propia identidad y felicidad.
Peligros del juego de comparación:
- Sentirte deprimido y frustrado por lo que no tienes.
- Hacer que tu pareja se sienta también así.
- Verte obligado a hacer cosas que realmente no te gustan o corresponden.
- Perder vuestra propia identidad, el carácter único que tenéis como pareja, vivir una vida que no os gusta, que no es vuestra.
Creo que el juego de comparación se acentuó mucho en los últimos años por culpa del sobreuso de las redes sociales, pero también dicen los especialistas que puede ser que viene de nuestro malestar o alguna frustración que llevamos por dentro.
Cuando nos sentimos bien con nosotros mismos no comparamos, buscamos lo que es bueno en los demás.
Brené Brown- Mas fuerte que nunca
Así que te animo a que te fijes en tu interior y dediques más tiempo para lo que realmente es importante para ti, para vosotros. Dejando de lado el peligroso juego de comparación.