Hábito #5: de empezar y acabar juntos el día

Mi marido tiene la suerte de ser un emprendedor y trabajar desde casa. Es algo que me gusta y que además me encantaría hacer yo también. Como persona introvertida que da preferencia a la butaca y un buen libro en casa más que el salir, para mi sería un estilo de vida ideal. No obstante, después de unos años con Julio trabajando en casa, también vemos las desventajas y partes negativas.

Lo que más nos sorprende de tener tu ofi en casa es lo rápido que te acostumbras a las comodidades de tener tu puesto de trabajo a unos pocos pasos y del horario flexible que puedes ajustar en cualquier momento. De hecho son estas también las partes negativas porque te enganchas a una vida sedentaria y si no tienes cuidado los horarios y el espacio de trabajo se apoderan de tu vida privada. Para ser sinceros es donde muy pronto empezamos a tener las primeras discusiones en nuestro matrimonio. La falta de poner límites en cuanto al espacio físico y virtual en el trabajo de Julio nos costaron unas cuantas riñas y enfados. Afortunadamente todo fue bastante constructivo y hemos conseguido llegar a compromisos, poner límites y establecer ciertas reglas.

Hemos decidido que necesitamos algunas costumbres, hábitos en concreto, que nos sirvan de «aviso» de que se acaba el tiempo de ofi y empieza el espacio para nuestra vida familiar. Nuestras discusiones sobre el trabajo de Julio nos inspiraron a dos hábitos muy pequeños pero muy potentes:

  • Darnos siempre la bienvenida. Saludarnos y despedirnos cuando cualquiera de los dos sale de casa.
  • Irnos a la cama juntos. Siempre que es posible acabamos el día juntos, aunque uno se quede dormido antes y el otro se ponga a leer un libro.

Sobre el primer hábito lo que pasó es que decidimos que para que Julio tenga la sensación de los límites del tiempo y horario siempre venga a abrir la puerta y darme un beso de bienvenida a mi vuelta del trabajo. Además a menudo «personaliza» la bienvenida y por ejemplo al escuchar el timbre va corriendo con ruidos o saltos de alegría. Nos reímos y es genial porque con este pequeño gesto él desconecta, ya sabe que se acerca la hora de comer y tenemos 5 minutos para una charla rápida que a menudo me permite ya pre-desahogarme y conocer el ambiente del día de Julio. ¡Nos encanta a los dos!

El otro pequeño hábito lo copiamos de una de esas parejas que nos inspiran, Antonio y Ofelia. Para nosotros fueron como un flechazo. Nada más conocerles sentimos ese algo especial que tienen como pareja, su entusiasmo y ternura a pesar de sus 40 y muchos años juntos. Intuíamos que iban a ser nuestros mentores y un ejemplo a seguir. Nos contaron que lo que hicieron desde el principio de su relación era, siempre que fuera posible, ir a la cama juntos. Nos parece un gesto muy poderoso porque es el momento de acabar el día de la mejor manera. A pesar del jaleo que hubiese, de los problemas o discusiones, nos vemos en la cama y reconectamos, con algún gesto, oración o agradecimiento en pareja.

Es importante añadir que no nos permitimos llevar el teléfono o la tablet al dormitorio ¿Crees acaso que es mejor quedarte solo en el sofá viendo una serie o mirando al móvil? Muchos usan la excusa de que necesitan el móvil como despertador… ¡pero si un despertador cuesta muy poco! 😉 Al final es dar importancia a vuestra relación, concluir el día con lo mejor: tu pareja.

Estos dos hábitos, bienvenida y despedida, han sido también estudiados por John Gottman, que asegura que las parejas que a diario se interesan por el día del otro (unos 10 o 20 minutos en total) son las que perduran, mejoran y tienen una relación más feliz porque de esa manera cuidan su amistad y crean una conexión más íntima. Es sorprendente que un mínimo de 10-20 minutos puedan impactar tanto. Nadie puede negar tener 10 minutos, por muy ajetreada y complicada que sea su vida ¿no crees?

Así que hoy te lo dejamos muy fácil con esos dos muy pequeños pero poderosos hábitos que pueden marcar la diferencia y mejorar vuestra relación.

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