¿Te consideras una persona equilibrada? ¿A menudo dedicas tiempo para tomar decisiones alineadas a tus criterios? ¿Te resulta fácil dosificar (en un sentido razonable) tus recursos, alimentos, compras, tiempo, internet? Creo que a todos nos cuesta encontrar la medida justa. Saber cuándo parar, tomar un descanso, poner limites o prescindir de ciertos bienes y recursos.
La sobriedad es una de esas virtudes que consiste del conjunto de muchas otras. Ser una persona sobria, moderada, requiere mucha fortaleza, paciencia, voluntad, sinceridad, responsabilidad, perseverancia… en fin un grupo de virtudes que ya por sí solas son difíciles de perfeccionar. Pero vamos a definir primero qué significa ser sobrio: «La sobriedad es la utilización razonable de los sentidos, el tiempo, el dinero y los esfuerzos de acuerdo con criterios rectos y verdaderos.» En pocas palabras es tener cierto dominio de uno mismo, ser congruente y no dejarse llevar sin criterio. Para entenderlo mejor, los sinónimos serían: tranquilidad, claridad, paz, orden e integridad. La sobriedad se puede aplicar a muchos aspectos de la vida: se puede ser sobrio con las posesiones (ropa, objetos de casa, cualquier objeto material), con el tiempo (organizar y gestionar el tiempo), con el dinero (saber ahorrar o gastar con sentido), con el ocio (saber cuales son las prioridades), o en el consumo (comida, bebida, uso del móvil, internet, juegos, series… ).
Para entender mejor la sobriedad piensa en lo contrario: gula, borrachera, derrochar o utilizar sin medida. Son estados en los que actuamos sin reflexión, sin criterio, sin control y estamos muy expuestos a dejarnos llevar, equivocar, influir o engañar. No pensamos con claridad. Creo que en el estilo de vida de hoy en día, donde estamos saturados, sobre-estimulados y nos sobran cosas por todos lados, la virtud de la sobriedad nos ayudaría a volver a ese equilibrio y tener relaciones más sanas.
Ser una persona equilibrada, sobria, es ser libre de cualquier adicción, tener criterios y valores, y además ser sensible y empático en las relaciones. Al contrario, la persona que carece de sobriedad no es capaz de decir «no» ni para sí mismo ni para sus hijos.
¿Y por qué es bueno en pareja?
- Nos ayuda a ser individuos sanos, algo fundamental para estar bien juntos. Para estar bien con alguien hay primero que estar bien con uno mismo. Cualquier tipo de adicción o el no saber poner limites en cualquier ámbito de la vida puede estropear nuestra relación. No hace falta convencer a nadie de que las consecuencias de cualquier adicción (la falta de sobriedad) nos llevan a la perdición. Una persona que sufre adicción se aparta de la vida social, no es capaz crear un vínculo íntimo, se encierra en sí misma…
- Nos da claridad para llegar a las metas y cumplir los objetivos. En este mundo de estímulos y actividad frenéticos es muy fácil perder el camino y tus objetivos. Cuando pones freno a los impulsos inmediatos y dejas espacio para evaluar los criterios, las necesidades reales, a menudo ves que existen motivos falsos, o decisiones equivocadas que no te llevan a ningún lado o aún peor, te alejan de tus objetivos. Estas flotando sin rumbo y creas confusión en tu relación. Puede que pierdas de vista no solamente tus propios objetivos pero sobre todo el compromiso y metas que tenéis como pareja y familia. Por ejemplo gastarse mucho dinero en unas vacaciones de lujo, en ropa u ocio, pasar mucho tiempo fuera de casa, estar enganchado a los videojuegos o series, o tomar comidas y bebidas insanas.
- Te hace una persona más sensible y empática. Cuando te mueve un deseo inmediato o motivos sin criterio es porque dejaste de reflexionar. Quizás no cuentas con una visión a largo plazo y esta se limita a un campo muy reducido: lo que yo necesito. No cuentas con los demás y te encierras en tu pequeño mundo, no empatizas. En una relación feliz estamos pendientes no solamente de nuestros caprichos e impulsos, si no sobre todo pensamos en el otro, queremos que nuestras decisiones y actos afecten en positivo a los dos. Por ejemplo contar con tu pareja para los gastos que estén fuera de la economía familiar, y pensar si realmente son imprescindibles o mejoran vuestra vida como pareja y familia.
¿Y cómo podemos ser mas sobrios y equilibrados?
- Reflexionar sobre nuestros criterios. ¿Está la decisión que tomo alineada con mis criterios? ¿Hay motivos ocultos que me empujan a querer algo? Tomar tiempo para revisar nuestros criterios nos ayuda a ser más congruentes con nuestros actos.
- Pensar más como equipo, empatizando con la familia. ¿Realmente sirve lo que quiero para el bien común de la familia? ¿Será un buen ejemplo para mis hijos? Cuando piensas más en «nosotros» que en el «yo» cambia la perspectiva y se aclaran las dudas o apetencias.
- Ser conscientes de las debilidades y tendencias que nos pueden enganchar o llevar a la adicción. Todos sabemos cuáles son nuestras debilidades. La comida, algún ocio, las series, internet, el móvil… el mundo de hoy tiene un amplio abanico de distracciones. Si nos enfocamos en lo que es importante para nosotros y somos intencionales en cuidar lo esencial, es más difícil que caigamos víctimas de las adicciones.
La palabra equilibrio está muy de moda. Se escuchan consejos de equilibrio en todos los sentidos: bienestar físico, emocional, equilibrio en la vida profesional y familiar… los expertos quieren que lleguemos a ese punto justo de las cosas y así asegurarnos la felicidad y satisfacción en la vida. Pero yo creo que más que equilibrio, lo que define más claramente estar en la medida justa (y que nos falta mucho en la cultura de hoy) es la virtud de sobriedad.