Tener ideas y opiniones es muy importante. Todos tenemos nuestros gustos, preferencias y creencias, lo que nos ayuda a tomar decisiones y dar dirección a nuestras vidas. Sin posibilidad de elegir y hacernos oír seríamos esclavos o víctimas de algún régimen. Nos gusta decir lo que opinamos y ser escuchados, entendidos.
Por otro lado la realidad es que en general es bastante difícil mantener un buen diálogo. Tenemos tantos recursos hoy en día, tantas posibilidades y cantidad de información que resulta imposible intercambiar nuestras ideas sin algún tipo de discusión o malentendido.
El primer deber del amor es escuchar
Paul Tillich
Estas últimas semanas previas a las elecciones presidenciales en España lo hemos podido ver claro. Todos los políticos hablaban mucho. La mayoría de las cosas estaban ya repetidas y eran muy predecibles. Era como si ya no existiera un diálogo, estábamos más bien acostumbrados a los monólogos o aún peor, a escuchar a todos hablando a la vez.
Viendo el ambiente a mi alrededor antes de éstas elecciones caí en la cuenta de algo muy importante. La mayoría del tiempo estamos hablando, repitiendo las opiniones de otros, o pensando en lo que vamos a decir a continuación. Dentro de todo este ruido y caos del mundo de los medios nos estamos olvidando de una habilidad muy importante, mejor dicho imprescindible, para una buena comunicación: saber escuchar.
¿Cómo se puede entender al otro sin saber lo que piensa y opina?
Reconozco que en general yo también caigo en esa misma trampa. Pocas veces escucho con la intención de entender y saber lo que quiere decir mi marido o los demás. Los especialistas en comunicación aconsejan repetir lo que nos dice el otro para confirmar que hemos entendido bien sus razones y también demostrar nuestra empatía.
Puede que estos días hayas conversado o incluso tenido enfrentamientos sobre política. Es normal que defendamos nuestras razones. Incluso hay parejas en las que cada uno tiene una opción política diferente. Pero que no se nos olvide que es mejor dialogar. Que estamos los dos en el mismo equipo y se trata de nosotros dos contra el problema, no de uno contra el otro.
Esta semana me reto a mejorar mi habilidad de escuchar. Hablar menos, escuchar más, y hacer que el otro se sienta entendido. ¿Te apuntas?