La semana pasada leí un artículo interesante sobre el matrimonio. El autor argumenta su teoría sobre que somos muy propensos a meter la pata en cuanto a la decisión de casarnos. Y dado que vivimos en una sociedad muy influyente, de mensajes aparentemente sólidos, efectivamente algo así nos podría suceder.
Para las cosas que nos importan en la vida, la educación, la situación económica, nuestras amistades… sabemos muy bien el por qué las queremos: la educación para aprender, crecer y conseguir un buen trabajo; la economía para permitirnos el estilo de vida que queremos; los amigos para tener apoyo, ayuda y acompañamiento durante la vida… ¿Y entonces qué sucede con el matrimonio?
Sabemos de sobra que es difícil encontrar la persona con la que compartir la vida. Pero una vez la encontramos, parece que las cosas se complican aún más. En muchas ocasiones no sabemos hacia donde va la relación, ni estamos convencidos de que funcione o tampoco entendemos bien para qué nos sirve… ¿entendemos bien que es un matrimonio?
Ante el empuje de los medios y la poca intención e interés que quizá ponemos cada uno (ser conscientes de lo que realmente pensamos, creemos y queremos), podemos acabar con la persona y la razón equivocadas:
- Porque nos dejamos llevar por el sentimiento y el impulso. Nos lo dice el corazón. Antaño se casaba por razones ‘tácticas’: para heredar tierras o propiedades, o mejorar el estatus social o económico. Ahora justificamos que nuestras razones son auténticas porque salen del corazón. No necesitamos un estatus económico o social. Nos reafirmamos en que es correcto porque nos basamos en lo sentimental.
- Porque esperamos encontrar la felicidad en el matrimonio. Creemos que la otra persona nos cambiará la vida y todo se transformará en el cuento de nuestros sueños.
- Porque no sabemos realmente qué es el amor. «Nos casamos porque asociamos el amor con estar feliz» ¿Cuántos realmente nos planteamos la pregunta sobre qué es el amor antes de casarnos?
- Porque nos sentimos solos. Nos aburrimos de estar solos y queremos por fin estar con alguien. Si realmente no sabemos qué significa compartir la vida con alguien, todo lo que ello conlleva y cómo cambiará nuestras vidas, nos vamos a llevar un disgusto. El cambio de estatus de soltero a casado no nos solucionará nuestros problemas existenciales… ¡más bien los complicará!
- Para sentirnos eufóricos, llenos de emociones positivas, conservar el enamoramiento para siempre. Nada más lejos de la realidad. Los expertos los confirman. El sentimiento de estar enamorado dura como mucho dos años. Luego nos daremos cuenta de que entre estar casado y enamorado hay muy poca relación.
Razón y sentimiento pocas veces están de acuerdo. La confusión que pueden crear los sentimientos pueden nublarnos la vista y llevarnos a las decisiones equivocadas.
A lo mejor nuestro mundo necesita un poco más de lógica, de razonamiento, ante una decisión tan importante como es el matrimonio. Es necesario un poco de sentido común en medio de los impulsos sentimentales y las visiones románticas para así tomar la decisión de casarse, de si estamos con la persona adecuada y sabemos qué significa el matrimonio.