«Un contrato para seguir enamorados»

Un contrato que nos recuerda que el amor no es algo que nos pasa, sino algo que hacemos juntos

Un artículo del New York Times en español captó mi atención: «Un contrato para seguir enamorados«. Confieso que el título me encantó. Las palabras «contrato» y «enamorados» para mí son clave, e insinúan una relación seria, como el matrimonio. Así que me pareció una gran idea moderna que nos ayudaría a vivir nuestro amor en estos tiempos escépticos hacía el matrimonio. Pero en realidad, poco más que el título me resultó relevante. No obstante, el artículo es digno de comentar.

Hay cosas con las que estoy de acuerdo: “nos recordamos que el amor no es algo que nos pasa, sino algo que hacemos juntos” o “no queríamos tener nada por hecho, lo cual significaba tener conversaciones que antes solía evitar«. Genial. Estamos de acuerdo que «amar» es un verbo, algo que se hace, no que se tiene, y que es fundamental tener una buena comunicación en nuestra relación.

También estoy de acuerdo que muchos cometemos el error de pensar sobre nuestras relaciones de una forma mecánica, como dice autora: «seguir guiones que nos dicen cómo debería ser el amor  y están tan omnipresentes que algunas veces resultan invisibles». En otras palabras, no reflexionamos sobre qué es el amor y cómo vivirlo, sino que seguimos los pasos de nuestras familias, amigos, sociedad.

Donde empecé a discrepar es cuando me di cuenta de que el tipo de la relación al que aspira la protagonista del artículo tiene poco que ver con lo que significa amar. “Solo quiero que vivamos juntos si eso mejorará nuestras vidas» dice a su pareja. A continuación la protagonista nos revela los detalles del contrato, con reglas estrictas sobre el cuidado mutuo, sobre los invitados, las responsabilidades de la casa, la economía individual y hasta el compromiso de desayunar siempre juntos.

No sé si estaréis de acuerdo, pero para mi es un contrato con un matiz frío, calculador, y la verdad es que tiene poco que ver con estar enamorados. ¿Acaso no hacemos cosas uno por el otro sin más, incluso locuras, sobre todo cuando estamos enamorados?

El resto del artículo la autora reúne las cualidades que uno debería buscar más bien en un compañero/a de piso, no en una pareja de enamorados: «un buen rollo con alguien que me deja tomar mis decisiones, seguir mis hábitos, gustos y preferencias sin más». En cambio ella por su parte, se deja querer, pero «amaría con mayor moderación, reservándose más para mi misma.» Y todo eso tiene una duración concreta: 12 meses. Luego, cuando se terminen las ganas de cumplir con los deberes, se puede considerar la ruptura o prolongar del contrato.

En cualquier caso creo que es importante saber qué significa realmente amar: querer el bien del otro. Seguir tus propios deseos, preferencias, necesidades y dividir los gastos es más bien un buen ejemplo de compañeros o inquilinos que comparten el piso.

Un amor verdadero, conyugal, es un amor que reconoce al otro, le afirma constantemente y busca su bien. Nunca acaba, pero es dinámico y cambia porque nosotros pasamos por etapas, por experiencias diferentes, y crecemos como personas. Es algo mucho más profundo que un contrato sobre las preferencias y hábitos de cada uno. Es la fusión de pasión, intimidad y lo más importante: compromiso.

Aquí me detengo para subrayar esa palabra por la que en general pasamos de puntillas y raras veces incluimos en el vocabulario de hoy en día. El compromiso se entiende como un límite, una falta de libertad. Un aguafiestas. Pero nunca se nos ocurre pensar que realmente gracias al compromiso llegamos a proporcionar dirección y sentido a nuestras vidas. Me explico:

¿Acaso no nos comprometemos a estudiar para poder llegar a sacar nuestros títulos? ¿No nos comprometemos en nuestra vida social para poder mantener nuestras amistades y vínculos familiares? ¿No nos comprometemos a cumplir con nuestros trabajos para recibir la nómina todos los meses? ¿No nos comprometemos a ir al gimnasio y comer bien para estar sanos y en forma?

Está claro que el compromiso es lo que precisamente nos ayuda a cumplir con las tareas y a crecer como personas. Es precisamente lo que nos ayuda a tener la confianza y la seguridad y al final nos facilita el ser personas más libres. ¿Te imaginas que vas a comunicar a tu jefe que hoy tienes un bajón y no vas a trabajar? ¿O avisar a tu banco de que este mes tuviste muchos gastos y no puedes pagar tu hipoteca?

Al final, las reflexiones de la autora del artículo me ayudaron otra vez más a apreciar el valor de la relación que tengo con mi marido. Las ganas que tengo desayunar con él siempre, de compartir todo lo que tengo y de desear que nunca se acabe nuestro tiempo juntos. Si es importante para él, es importante para mi, no porque firme algo con él, sino porque quiero lo mejor para él, para nosotros.

También volví a ver la superficialidad que vivimos en nuestra sociedad. Somos como niños pequeños que quieren el papel de los mayores pero sin saber cómo ni porque. Mezclamos palabras serias, de gente mayor, «el contrato», con un pizca de entusiasmo y locura de «enamorados», y a ver si así nos sale una relación ideal, sin grandes complicaciones ni esfuerzos y de una economía muy sostenible.

Hasta que no aprendamos a ser personas más coherentes y maduras, sugiero un título más apropiado: «Un contrato ideal para un compañero del piso con derecho a roce«

3 comentarios

ESPECTACULAR!!!
Monika, das totalmente en el clavo: superficialidad frente a compromiso.
Adultos frente a adolescentes emocionales.
Genial artículo!!!

¡Muchísimas gracias Jaime! Lo cierto es que la palabra compromiso se malinterpreta muchísimo en nuestra sociedad, cuando se trata de algo que realmente más que ‘atarnos’ lo que debe es de darnos una dirección consciente sobre hacia donde queremos ir para mejorar nuestras vidas, en todos los aspectos, no solo en los sentimentales. Un abrazo!

He visto los tres primeros capítulos y he de deciros que es de lo mejorcito que he visto últimamente! Prometo hacer una crítica más exhaustiva más adelante! Pero muchas gracias por recomendar una serie de tanta calidad!

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