Ya hace tiempo que quería tratar esta gran virtud, que personalmente es mi gran debilidad. No sé si es algo genético, pero nunca tuve mucha paciencia y creo que por eso mis padres me apuntaron a aprender violín… ¡menudo instrumento para lo impaciente que siempre he sido! Vamos, para sacar un sonido digno tardas por lo menos un par de años…
Además, recientemente una oyente del podcast nos preguntó sobre este tema y eso ya ha sido lo que me empujó por fin a enfrentarme con esa gran virtud. Además, creo que todos podríamos reflexionar sobre el valor de la paciencia en estos tiempos de pandemia.
Primero, vamos con la definición. La paciencia es el saber esperar, aplazar la urgencia del ahora, ser capaz de mantener calma y paz, incluso en los momentos turbulentos, inseguros, soportar las incomodidades para, por ejemplo, superar momentos de crisis, problemas, conflictos o llegar a alcanzar objetivos y metas a largo plazo.
Para entenderlo aún mejor te propongo algunos sinónimos: capacidad de aguantar, resiliencia, paz (ciencia de la paz), tranquilidad, o la capacidad de mirar a largo plazo. En cuanto a la etimología de la palabra, según wikipedia: proviene del latín pati, que significa sufrir. De hecho el participio patiens se introdujo al castellano como paciente (en los hospitales) o «el que sufre».
La paciencia es sobreponerse a las emociones fuertes generadas por las desgracias o aflicciones. Para ello es necesario un entrenamiento práctico ante el asedio de los dolores y tristezas de la vida.
Aristóteles
La verdad es que la paciencia es una virtud que ya por definición parece imposible, sobre todo en el ambiente en el que vivimos hoy en día. Y es que parece que lo que predomina es todo lo contrario:
- Actividades frenéticas: estamos muy saturados de actividades, no nos paramos en buscar tranquilidad, paz interior.
- No soportamos las molestias: huimos de lo incómodo, de lo difícil… ¡queremos una vida sin problemas!
- Cultura de lo inmediato: ¿para qué esperar si lo puedes tener ahora, si puedes ver el siguiente capítulo sin moverte del sofá? Se habla mucho de los padres sobreprotectores que hoy en día quieren satisfacer constantemente las necesidades de sus hijos, y así tampoco aprendemos la paciencia…
- Buscamos siempre lo más rentable, económico: carreras, trabajos, coches, cosas que nos satisfacen, placeres… sin embargo cosas más naturales como sabiduría, conocimiento, madurez, amor, buenas relaciones… las virtudes en general, requieren mucha paciencia; pero como no les damos suficiente importancia, no nos preocupa ser pacientes.
En fin, justifico nuestra falta de paciencia, pero a menudo no nos queda otra que esperar, aguantar y mantener la calma. Así que te animo a que cultives esa virtud tan imprescindible… también en pareja. ¿Y por qué es importante en pareja?
- Os ayuda en la búsqueda de soluciones, en la superación de la crisis. Creo que no hace falta explicar lo importante que es tener esa paz, el equilibrio emocional en los momentos críticos de nuestra relación. Si no aprendemos a ser pacientes, primero con nosotros mismos y luego con el otro, entraremos en una dinámica de estrés y hasta de bloqueo. La sensación que provoca la impaciencia de estar ansioso, nervioso o inquieto, no va a hacer posible pensar claramente, a ser creativos en la solución de los problemas o enfrentarse a ciertos conflictos. Vamos, que la tranquilidad y la habilidad de razonar son imprescindibles en esos momentos.
- Os ayuda a amar mejor. Ya lo hemos dicho: las cosas más naturales, más valiosas en la vida, se aprenden con la paciencia: madurez, sabiduría, buenas relaciones y sobre todo amor. Ya lo tenéis en la Biblia, en una carta de San Pablo: “El amor es paciente”. A menudo somos difíciles de amar, contestamos mal, nos enfadamos por cosas pequeñas, somos egoístas… no sé vosotros pero a mi me impresiona cuando alguien responde a lo malo con amor… como hace mi marido muy a menudo. Pues esa paz, esa tranquilidad, quizás misericordia, esa magnanimidad… se consiguen con la paciencia.
- Os ayuda a crear metas a largo plazo. Muchas cosas buenas en vuestra relación se construyen a largo plazo: una buena dinámica, conocerse bien, ajustar vuestras visiones de la vida personal y profesional, encajar con las familias políticas, educar a los hijos…. Todo eso requiere mucha paciencia.
¿Y cómo la podemos mejorar?
- Valorar las metas y objetivos a largo plazo. La tentación es elegir siempre lo que nos pueda satisfacer aquí y ahora y no preocuparse por las consecuencias o los efectos de las decisiones inmediatas. Por ejemplo, cuando elegimos un estilo de vida, decidimos lo que podemos hacer con el tiempo que tenemos, dónde invertirlo. En el caso de nuestra relación debería ser cuidar de ella desde el principio y ponernos metas que nos hagan mejor pareja. Elegir ser más curiosos sobre el tema, buscar recursos, dedicar tiempo para formarnos o invertir dinero para poder disfrutar a largo plazo de nuestra relación.
- Ser más proactivos que reactivos con nuestras respuestas. A menudo nos mostramos impacientes y a la mínima nos enfadamos o suponemos lo peor. En esos momentos de tensión intenta parar y pensar primero en cómo quiero reaccionar, en cuál es la mejor manera de responder en estas circunstancias, esperar al mejor momento para hablar de ello, o en soportar su mal humor porque sé que pasa por un mal momento… suponer la inocencia.
- Dar más sentido a las incomodidades o molestias que toquen soportar. Vivimos una cultura de huir de lo molesto, del sufrimiento, de lo incómodo… pero la verdad es que son partes inevitables de nuestra vida. Marian Rojas Estapé destaca algunos puntos interesantes sobre el sufrimiento que nos pueden ayudar a dar más sentido al sufrimiento:
- El sufrimiento nos ayuda a reflexionar. A menudo nos empuja a cuestionar muchas cosas y clarificar los problemas: ¿por qué me molesta esto? quizás tenga que consultarlo.
- Nos hace más humanos. No somos robots y por eso somos capaces de superar muchas cosas gracias a algún golpe duro en la vida, y también empatizamos más (es ponerse en los zapatos del otro),
- Nos puede transformar. Cuando nos duele algo físicamente es una señal de que algo va mal y tu cuerpo te avisa para que le ayudes. Pues lo mismo con un sufrimiento o una molestia psicológica, puede que sean un aviso de que hay que cambiar algo o de que necesitamos ayuda. Podemos cambiar nuestro corazón, mejorar.
En fin, me parece que todos podríamos mejorar en ser pacientes y nos viene genial como reto de año nuevo. La buena noticia es que lo podemos hacer bien acompañados, en cercanía con nuestra pareja. ¡Que la virtud de la paciencia nos acompañe en este año!